La enfermedad
La enfermedad no es una crueldad ni un castigo, sino sólo y únicamente un aviso: es un instrumento del que se sirve nuestra propia alma para mostrarnos nuestros errores, prevenirnos de otros e impedirnos cometer más daños; para devolvernos al camino de la verdad y de la luz, del que nunca deberíamos habernos apartado (Edward Bach)
La actualidad intemporal de estas palabras, escritas por el médico inglés Dr. Edward Bach, encuentran hoy más adeptos entre la "medicina humanista", "la psicología somática" y la "terapia holista".
Cada uno de nosotros realiza un viaje único por la vida, irrepetible, y nuestro estado de salud nos indica en qué punto de este viaje nos encontramos en cada momento.
Cada síntoma de enfermedad, sea física, anímica o mental, nos proporciona un mensaje específico que vale la pena reconocer, aceptar y aprovechar para nuestro viaje por la vida. Cada proceso auténtico de curación es una afirmación de nuestra totalidad como seres humanos y una ratificación de nuestra salud.
La enfermedad física cumple la misión de un último aviso. Expresado de una manera sencilla, es una luz roja que indica peligro y que emite una señal evidente que hay que cambiar algo de inmediato, si no se quiere acabar, tarde o temprano perdiéndolo todo.
El ser humano vive en un marco de referencias mayores, dentro de una unidad globalizadora, más o menos como cada célula en el cuerpo humano. Cada ser humano es distinto: un individuo es inconfundible y, al mismo tiempo, debido a estas propiedades individuales, también tiene una importancia vital en esa unidad del gran todo.
Todo ser humano siente el anhelo inconsciente de vivir en armonía pues la naturaleza, considerada como un gran campo energético, siempre intenta proporcionar el estado de energía más eficaz.